El cambio climático mundial es un fenómeno de escala global que esta cambiando las relaciones de poder entre los estados, particularmente porque representa nuevos riesgos para la seguridad de los estados y las naciones. Como es sabido, el cambio climático es una condición propia del Planeta Tierra, sin embargo, lo particularmente del actual problema mundial es su origen antropogénico, ya que existe una relación directa entre el desarrollo industrial y el aumento de la temperatura, así como del aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera.

Es claro que la correlación entre el crecimiento económico, el desarrollo de las fuerzas productivas, del capital en sí no es un proceso natural, sino que es el reflejo de la acción humana sobre el ambiente particularmente de la razón instrumental y del uso de la máquina térmica. El desarrollo del capital sobre la base del motor de calor esta contribuyendo ha la muerte entrópica del planeta.

De continuar con esta ley acumulación del capital que desconoce el potencial productivo de la naturaleza y la cultura, el progreso económico se pagará con la muerte. El crecimiento económico del modo de producción capitalista e industrial actual llevará irremediablemente a la muerte entrópica del planeta. Esto por dos razones: por una parte el agotamiento de los recursos naturales que impactan el ciclo natural del carbono, y por otra parte, el cambio de los ciclos hídricos como consecuencia de los cambios de temperatura en la atmósfera y en la superficie del mar.

Sin embargo, los riesgos de las catástrofes ambientales en la última década han vulnerado la seguridad del Estado-nación. La Seguridad Nacional como eje rector de la seguridad internacional que fundamentó en el pasado la creación del Consejo de Seguridad de la ONU, muestra claras limitantes a fin de prevenir los efectos de los fenómenos hidrometereológicos que han azotado a grandes regiones del mundo. El caso de Stan, Katrina, Wilma y en este años Manuel y Ingrid el año pasado ilustran claramente la poca capacidad de Estado de proveer seguridad y disminuir los riesgos ambientales. Asimismo, estos fenómenos nos ilustraron que los riesgos ambientales no se detienen en la frontera entre Estado y que los aparatos de seguridad militar quedan superados, vulnerando la seguridad de las personas.

Los riegos ambientales vulneran la Seguridad Internacional que se ha fundado bajo el principio de la seguridad nacional, con fuerte concentración en el componente militar. La anarquía propia del sistema internacional formado por estados soberanos y competidores entre sí definió el rumbo de las estrategias de seguridad en el pasado; en la actualidad, el Estado se ha vuelto incapaz de asegurar la vida de las personas ya que los fenómenos ambientales generan una gran cantidad de pérdida de vidas humanas. El Estado debe proveer la seguridad de las personas, asegurar su derecho a la vida y eso incluye preservar las condiciones ambientales de las que depende la vida. Se requiere redefinir el concepto de seguridad tanto nacional como internacional.

Reconocer la complejidad ambiental es reconocer las contradicciones entre la sociedad y la naturaleza, y la necesidad de otorgar valor a los procesos biológicos y culturales. Sí el ambiente se construye mediante el proceso autorreguladores, los procesos sociales no deben pervertir esa organización por una ley del valor que no reconoce el potencial productivo de los ecosistemas. La naturaleza poseen un valor, más allá del valor de uso o de cambio que el modo de producción hegemónico le reconoce.

El ambiente, como concepto teórico y propuesta de acción social surge en la crisis del proyecto civilizatorio de la modernidad desde la externalidad del pensamiento moderno, fuera de la racionalidad y la lógica del mercado propio de esta racionalidad. El concepto de ambiente es una alternativa, en tanto propone respuestas, a la crisis ecológica y a la muerte entrópica hacia la que apunta la modernidad. Así, la resignificación de las contradicciones entre sociedad y naturaleza sólo es posible desde la crisis ecológica a través de este concepto.

Sin embargo, la ideología del desarrollo sostenible desencadena así un delirio y una inercia incontrolable de crecimiento, apoyada en el signo del libre mercado, la eclogización de la economía y la conservación de la naturaleza en calidad de reserva de capital. “El discurso de la sostenibilidad aparece como un simulacro que niega los límites del crecimiento para afirmar la carrera desenfrenada hacia la muerte entrópica. El neoliberalismo ambiental pareciera apartarnos de toda ley de conservación y reproducción social para dar curso a una metástasis del sistema, a un proceso que desborda toda norma, referente y sentido para controlarlo”.1

Por ello es pertinente revisar el momento actual de las Relaciones Internacionales a la luz de las estrategias geopolíticas de los halcones de la Casa Blanca. A principios del siglo XXI, bajo la doctrina del Ataque Preventivo y pasada la influencia de las integraciones económicas macro regionales, vale la pena detenerse a revisa la valides teórica de la Teoría del al Dependencia (Neoestructuralismo)2 y su capacidad explicativa de la realidad y el devenir latinoamericano.

1 LEFF, Enrique. Saber Ambiental. Op. Cit. p. 22

2 En lo sucesivo nos referiremos a la teoría de la dependencia como la teoría neoestructural, ya que en la actualidad este término es usado con mayor frecuencia en la teoría de las Relaciones Internacionales y en los económicos. Cfr. MARINI, M. La teoría de la dependencia en la globalización.

Por Francisco Sandoval Vázquez

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